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Foto del escritorAcademia IDH

Las mujeres de Lusaka, son reprimidas por violencia de género

En la capital de Zambia, se vive una triste realidad ya que cada día miles de mujeres se convierten en víctimas de abusos físicos, psicológicos y económicos por parte de sus esposos.


Keila (nombre de carácter ficticio) una mujer de 42 años, casada, con seis hijos, víctima de la violencia de género, relata cómo es su vida desde que se comprometió con su esposo. Asegura


que todo comenzó un año después de casarse con él, como es tradición en su cultura su matrimonio fue arreglado por su familia; describe que sería imposible recordar cuántas veces su esposo ha abusado de ella, relata que hubo días y noches en donde su esposo llegaba a su hogar en un estado de ebriedad y se desquitaba de manera violenta. Cuenta, ” Durante todo este tiempo ha utilizado diferentes objetos: barras de hierro, cuchillos, palos de madera. Tengo muchas marcas en el cuerpo y un dedo que ni siquiera puedo mover, he sufrido todo tipo de abusos y los llevo aguantando desde que me casé con él”.


Comenta así, que ella y su marido después de la boda, se mudaron a Lusaka capital de este país con la expectativa de encontrar oportunidades que no tenían en su lugar de origen, se establecieron en Kanyama, un barrio que colinda con el centro de la ciudad y cuenta con una población de 1 millón, así como también es uno de los vecindarios con menos recursos de esta nación y a su vez es uno de los más pobres del mundo. Es importante reconocer que miles de mujeres, en comunidades de bajos recursos, son quienes más sufren de violencia de género.


“Lo he denunciado muchas veces. Me dicen que me divorcié, pero yo no puedo hacer eso. Ya que dependo económicamente de él. Si tuviera más medios, tomaría a mis hijos y me iría de la casa, pero es muy complicado. Yo también ayudé a pagar esta vivienda y no quiero quedarme sin nada”. Explica Keila.


Las autoridades de este país deben tomar en cuenta cada denuncia y aplicar una pena, con el fin de erradicar en totalidad la violencia de género. Para así garantizar una calidad de vida buena, así como también proveer herramientas de apoyo y de seguridad para toda víctima, sobre todo hacer valer cada uno de los Derechos Humanos, los cuales están fundados en la igualdad, la libertad y la dignidad. Siendo este último un valor de carácter universal y que no puede ni debe ser vulnerado por nadie (Christian Miranda Pérez Sifuentes) (José Ignacio Martínez Rodríguez, El País).


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